Con la gran final del concurso de agrupaciones del
carnaval de Málaga, que tuvo lugar del pasado viernes en el Cervantes, dio
comienzo el Carnaval de Málaga 2014. El alcalde, Francisco De la Torre, acudió al
Cervantes con un disfraz que evocaba al general José María Torrijos. Él, que
fue Presidente de la Diputación Provincial de Málaga en el régimen franquista,
por la gracia del caudillo, se disfraza del héroe fusilado en cuyo monolito en
Málaga reza la leyenda “en vista de este ejemplo, ciudadanos, antes morir que
consentir tiranos”. Él, que desde su asiento en el Senado vota una a una todas
las leyes del gobierno del PP, que en dos años han supuesto un recorte de
derechos sociales y libertades públicas sin precedentes, se pone la máscara del
héroe liberal fusilado en Málaga en 1831 por luchar contra el absolutismo.
Pero lo suyo es la impostura y el disfraz durante todo
el año, no sólo por Carnaval.
Sostiene que su gobierno lleva adelante una política
social ejemplar, cuando no ha querido aprobar un plan extraordinario de medidas
urgentes contra la pobreza, ni un plan de empleo con micro actuaciones en los
barrios, presupuestados ambos en algo más de 10 millones de euros, cuando ha
perdonado ya a promotores y bancos más de 70 millones de euros en la revisión
de los convenios de Repsol, la Térmica, y Martiricos.
Ensalza la política cultural de su gobierno
municipal, cuando tiene abandonadas las bibliotecas municipales de la ciudad, negándose
incluso a mantenerlas abiertas en horario completo en período de exámenes, y ha
gastado más de 20 millones de euros en el fiasco del museo de las gemas, o 21
millones en el desusado y olvidado edificio de los antiguos cines Astoria y
Victoria.
Se ha opuesto, y hasta boicoteado, el proyecto de la
Consejería de Fomento y Vivienda para culminar la línea del metro hasta el palo
en superficie, entre otros argumentos porque supondría un caos para la
movilidad y un obstáculo a la peatonalización de la Alameda. Y, sin embargo, el
Avance del Plan Municipal de Movilidad Sostenible, que prevé la peatonalización
de la Alameda y una malla de itinerarios peatonales y en bici y en transporte
público por toda la ciudad, lleva más de tres años en un cajón, sin que parezca
tener intención de aprobarlo.
Presume de “smart city”, ciudad inteligente y
sostenible, cuando somos una de las ciudades con menos zonas verdes por
habitante de España.
Recordados son algunos de sus chistes y gracietas en
cualquier época del año.
Recordarán como, hace algo más de un año, justificaba
la ampliación de la zona azul en distintas zonas de la ciudad en que los
ciudadanos serían más felices pagando por el aparcamiento.
Más recientemente, ocupó espacios en todos los
medios nacionales con sus declaraciones justificando la subida de la tarifa del
agua para la mayoría de los hogares en Málaga en la necesidad de ahorrar agua,
y poniendo como ejemplo su ducha cronometrada con 11 litros de agua, lo que
estaba “dispuesto a demostrarlo ante notario”.
En resumen, el alcalde no necesita llegar a la época del carnaval. Para De la Torre, como reza el título de uno de los famosos artículos de Mariano José de
Larra, publicado en El Pobrecito Hablador
en 1833, “el mundo todo es máscaras: todo
el año es carnaval”.