Hace
poco más de dos semanas que un joven malagueño fue asesinado en el centro de
Málaga cuando celebraba su 22 cumpleaños. Pablo recibió una brutal paliza de
sus agresores, a los que no conocía, sólo por intentar mediar en una discusión
con la noble intención de evitar una pelea.
Sus
asesinos actuaron de una manera vil y cobarde, golpeándolo a traición y
pateándolo en la cabeza cuando estaba ya en el suelo.
Pero
sus agresores no eran, solamente, unos simples malhechores o malas personas, “mala gente que camina y va apestando la
tierra”, que decía el poema de Antonio Machado. Los detenidos como presuntos
autores de este crimen eran nazis, miembros de grupos fascistas, y no simples de
hinchas de grupos ultras del fútbol, como mencionan los medios. Este dato, sin
embargo, se ha silenciado en la mayoría de los medios de comunicación para no
“politizar” este crimen.
El
asesinato de Pablo no tuvo, como en otras ocasiones, una motivación política,
homófoba o racista. A Pablo lo mataron porque sí, simplemente por cruzarse en
el camino de estas bestias inmundas. No es que esto aumente la gravedad del
crimen. Cualquier crimen de esta naturaleza, tenga la motivación que tenga, es
absolutamente execrable. Pero demuestra que cualquier persona puede ser víctima
de la violencia fascista.
En los
últimos años, según ponen de manifiesto diversos informes oficiales y de
organizaciones sociales contra la intolerancia, han aumentado en toda España, y
también en Málaga, los delitos de odio ideológico, homófobo, racista, y xenófobo,
realizados por miembros de grupos fascistas.
Por ello, desde
Málaga para la Gente consideramos peligroso que se silencien los crímenes de las bandas fascistas. De igual
forma, exigimos tolerancia cero con cualquier conducta que aliente el odio
ideológico, homófobico, o racial.
Es la seguridad de todas las personas de bien lo que
está en juego. La próxima víctima puede ser cualquiera.
(*) Publicado en la columna "El ala izquierda de la Casona" del diario Viva Málaga, el lunes 8 de mayo de 2017
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