Hoy, domingo 14 de abril de 2013, hemos celebrado el
82º aniversario de la II República en el cementerio de San Rafael de Málaga con
un homenaje a las personas que fueron asesinadas, o encarceladas, por un poder
ilegítimo, fascista y sanguinario (valga la redundancia).
En el mismo cementerio de San Rafael donde han
estado enterradas, de forma ignominiosa, casi cuatro mil héroes y heroínas, no
solo durante los casi cuarenta años de la dictadura franquista, sino también
durante más de treinta años de este régimen supuestamente (o solo parcialmente)
democrático.
Y todavía hoy en 2013, 76 años después de la masacre
en Málaga de estas personas heroicas que dieron su vida por la República
legalmente constituida, sigue sin hacerse justicia: siguen sin revisarse las
miles de causas instruidas y enjuiciadas por tribunales ilegítimos, sin restituirse
a las víctimas o sus herederos, y sin otorgar la dignidad y reconocimiento
debido a la Memoria.
Claro que no es de extrañar, porque en España, el
único país de Europa occidental en el que la derecha no tuvo que abjurar de su
pasado fascista para ser admitida en el sistema de partidos legales, gobiernan
l@s hereder@s de las mismas élites que sustentaron el franquismo.
Y si una vez, hace 35 años, se vieron obligados a
disimular y esconder sus simpatías por el régimen franquista, hoy alardean de esas
simpatías y defienden abiertamente a aquel régimen.
Si una vez, hace 35 años, tuvieron que admitir la descentralización
autonómica y los ayuntamientos democráticos, hoy quieren restringir el
autogobierno de las comunidades y dar un golpe de muerte a la soberanía local.
Si una vez, hace 35 años, tuvieron que aceptar derechos
civiles y libertades públicas, hoy penalizan la protesta, apalean y sancionan a
manifestantes, quieren restringir el derecho de huelga, e insinúan limitar el
derecho de información.
Si una vez, hace 35 años, tuvieron que transigir con
un “estado del medioestar” (porque en España no ha llegado a existir un
verdadero estado del bienestar con los servicios públicos y garantías sociales
de otros países occidentales), en el que se garantizaban unos sistemas de salud
y educación públicos que supusieron una débil redistribución y un cierto avance
para las clases populares, hoy quieren recortar y privatizar los derechos
sociales y servicios públicos hasta hacerlos casi desaparecer.
En definitiva, si esas élites herederas del
franquismo, hace 35 años cuando se discutió y aprobó la Constitución Española
vigente, se vieron obligadas a transigir con la descentralización autonómica y
local, a aceptar ciertas libertades públicas y derechos, o transigir con ese “estado
del medioestar”, fue por la presión política y social y una correlación de
fuerzas más favorable que ahora a las fuerzas políticas, sindicales y sociales de
la clase trabajadora y las “fuerzas de progreso”. Y, claro está, con el único
objeto de retener sus privilegios y perpetuar su dominio económico.
Y fue la Monarquía, con la dinastía borbónica designada
por Franco, la institución que sirvió a esas élites dominantes para legitimar
el nuevo régimen, sustentado en los mencionados pactos políticos, sociales y
territoriales.
Hoy, 38 años después de su restauración, la
Monarquía está más cuestionada y rechazada que nunca de la ciudadanía.
Y esto ocurre, no solo porque la Monarquía sea un
sistema de jefatura del Estado completamente anacrónico, que lo es. No solo por
su origen franquista, algo que es objetivo. Y no solo porque los borbones estén
salpicados por la corrupción y el latrocinio, que lo están (y eso que solo empieza
a vislumbrase la “punta del iceberg” de conductas en la familia real que
escandalizan a la ciudadanía, sobre todo en estos tiempos de sufrimiento y
penuria de tant@s, y que afectan ya directamente al rey con cuentas millonarias
en Suiza y una fortuna de origen oscuro).
La Monarquía está más cuestionada que nunca, sobre
todo, porque las élites económicas, y sus mandatarios políticos, han roto todos
los pactos democráticos, territoriales y sociales que se construyeron con el
régimen nacido de la Constitución de 1978, y lo han hecho desde instancias no
elegidas por la ciudadanía (troika, Banco Central Europeo, etc.).
El régimen nacido de la Constitución de 1978 está
podrido, acabado, y liquidado por las mismas élites económicas que lo propiciaron
como “mal menor”, y con él la Monarquía tiene sus días contados.
Pero no nos vale cualquier República, las élites
dominantes pueden dejar caer la Monarquía y auspiciar un régimen republicano
más centralista, antidemocrático y antisocial que el actual.
Por esta razón, es hora de sumar los máximos apoyos y
fuerzas para iniciar otro Proceso Constituyente, sobre la base de una verdadera
democracia económica y participativa.
Por ello, en el día de hoy, 14 de abril de 2013,
debemos rendir homenaje a los héroes y heroínas de la II República Española y,
sobre todo, luchar por un nuevo régimen realmente democrático, también en lo
económico, más social, y más participativo.
¡¡¡VIVA LA III REPÚBLICA!!!
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