lunes, 15 de abril de 2013

Alejandro Rodríguez Carrión, engrandece a Málaga con su distinción como Hijo Predilecto


Ayer, 15 de abril de 2013, el Pleno del Ayuntamiento de Málaga, reunido en sesión extraordinaria, ha otorgado las máximas distinciones honoríficas, a título póstumo, de nuestra ciudad, la Medalla y el título de Hijo Adoptivo de la ciudad de Málaga a Alejandro Rodríguez Carrión.

Sin embargo, sinceramente creo que, en este caso, el honor se le hace a la ciudad de Málaga, por haber podido contar con la labor docente e investigadora de Alejandro Rodríguez Carrión, y por tenerlo desde ahora como una figura distinguida de la ciudad.

A nuestro juicio, pocas personas pueden reunir más méritos y razones para esta distinción, por lo que en mayo de 2009, el entonces Portavoz del grupo municipal de IZQUIERDA UNIDA presentó una moción al Pleno de ese mes pidiendo que se otorgaran las máximas distinciones de la ciudad, la Medalla y el título de Hijo Adoptivo a Alejandro. Dicha moción fue asumida unánimemente por todos los grupos políticos municipales, que acordaron presentarla como institucional.

Alejandro Rodríguez Carrión, nació en Nador, plaza del Protectorado Español de Marruecos en 1946, aunque a los seis años de edad su familia se trasladaría a Málaga cuando su padre fue expulsado de esa ciudad por razón de su ideología. Desde entonces, pasó su infancia y parte de su juventud en Málaga, hasta que se trasladó a Granada para estudiar Derecho.

Desde muy pronto comenzó a interesarse por el Derecho Internacional Público. Como docente e investigador, pronto decidió especializarse en algo poco usual: los estudios por la Paz. Además de por la Universidad de Granada, pasó por la Autónoma de Madrid, Oslo, Berkeley, Groningen, Sevilla y Málaga, donde volvería en 1982 con su recién obtenida Cátedra de Derecho Internacional Público.

Fue elegido en 1984 como Decano de la Facultad de Derecho de Málaga, responsabilidad que volvió a ocupar en 2004 hasta el final de sus días.

Como investigador y docente se ganó el respeto y reconocimiento en toda España y Europa. Así, el 9 de mayo de 2009, pocos días antes de su muerte, fue distinguido fue distinguido con el premio Blanco White por su defensa delos derechos europeos.

Pero además de una brillante formación académica e intelectual, Alejandro fue persona de sólidos principios democráticos y grandes valores humanistas. Militó en el PCE en los años 80, y estuvo a punto de ser el candidato de IU a la Alcaldía de Málaga en 1987. Participó activamente en la campaña contra la entrada de España en la OTAN cuando el referéndum de 1986. Y fue un activo defensor de la Universidad Pública como institución clave para el progreso y cierta igualación social, así como un firme defensor de los Derechos Humanos en todo momento.

Tuve la suerte y el privilegio de formar parte de su alumnado en el curso de 1988-89, y puedo decir sin exageración que suscitaba la admiración de tod@s, y que no solo contribuyó enormemente a nuestra formación académica, sino que también enriqueció nuestra formación intelectual y humana, dándonos una visión del mundo y de las relaciones internacionales de las que carecíamos, alejada por completo de cualquier atisbo de dogmatismo o sectarismo. Y todo ello, siempre, con una sonrisa en la cara y un gran sentido del humor.

Y puedo asegurar que esta admiración, por encima de la ideología de cada cual, la tuvo no solo de su alumnado, sino de toda la comunidad académica y, poco a poco, de toda la ciudad.

En definitiva, Alejandro Rodríguez Carrión fue una persona irrepetible que contribuyó a engrandecer a la Universidad y a la ciudad de Málaga, y a enriquecer intelectual y humanísticamente a su alumnado, y a todas las personas que lo trataron: un brillante profesor, un gran humanista, una persona inolvidable.

En el techo del Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga aparecen retratados personajes ilustres de la ciudad de Málaga del siglo XIX (Moreno Carbonero, Francisco Bergamín, Rita Luna, o los cardenales Molina Lario o Armengual de la Mota). Si hoy, en el siglo XXI se construyera un salón noble como ese con los personajes ilustres de esta época, estoy seguro que aparecería retratado el rostro, siempre sonriente, de Alejandro Rodríguez Carrión.

En definitiva, más que dar esta ciudad honores a Alejandro, que ni los necesitaba ni nunca los quiso, puede decirse, sin exageración, que es Málaga la que se honra al tener entre sus hijos distinguidos a Alejandro Rodríguez Carrión.

Gracias querido profesor y compañero por engrandecer a esta ciudad y a su Universidad, y por enriquecernos a tod@s l@s que te conocimos.  


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