viernes, 29 de marzo de 2019

“DEMOLITION MAN” De la Torre



Nuestro alcalde tiene el dudoso honor de ser el mayor destructor del patrimonio histórico de la ciudad desde que existen registros. En los últimos años, la piqueta de Paco de la Torre ha estado funcionando a pleno rendimiento. El alcalde es el nuevo “Demolition Man” de nuestra ciudad, ha arrasado con todo edificio histórico que ha hecho falta para allanar el terreno a especuladores y a lobbies inmobiliarios.  Ni siquiera a pocas semanas de las próximas elecciones municipales nos ha dado una tregua.

En su etapa como concejal de urbanismo (1995-1999), Francisco de la Torre demolió 101 edificios históricos y, como alcalde de Málaga (1999-2019), 208 edificios históricos, tan sólo en la almendra del centro histórico protegida con la calificación como Bien de Interés Cultural (BIC). En total, se han demolido 309 edificios históricos dentro del BIC del centro antiguo en los 24 años de gobierno del PP en Málaga, muchos más si añadimos los demolidos en otras zonas de la ciudad. Más edificios de los que destruyó el terrible terremoto de 1884. El desastre no cesa y cada año se derriban más edificios históricos que son reemplazados por edificios nuevos, en la mayoría de los casos sin valor arquitectónico.

Es lamentable que un tercio de los edificios históricos del centro histórico haya sido derribado como consecuencia de la especulación inmobiliaria. Si no detenemos este expolio, muy pronto nos quedaremos sin la calificación de BIC del conjunto, tal y como alertan las Asociaciones de Defensa del Patrimonio.

Lo increíble es que la ley vigente establece que en zonas protegidas las demoliciones deben ser excepcionales. Sin embargo, la demolición de edificios históricos en el centro ha sido algo demasiado frecuente en estos años.

Hace sólo unos días, el equipo de gobierno autorizó la demolición de “Villa Maya” en El Limonar, la que fue vivienda del cónsul mexicano Porfirio Smerdou durante la Guerra Civil, y en la que buscaron refugio 580 malagueños de ambos bandos. La vivienda, ejemplo de la arquitectura regionalista de la época en nuestra ciudad, era similar a otras villas con protección arquitectónica de grado II.

Desde 2017 existían peticiones formales para la protección de “Villa Maya” que fueron ignoradas. Incluso unos días antes de la demolición se alertó al alcalde de que se iba a demoler un edificio que podía haber sido un monumento a la memoria democrática y la concordia, y que incluso se estaba tramitando su declaración como lugar de la Memoria. Después de autorizar su demolición, el alcalde intenta tapar su responsabilidad proponiendo la entrega de la medalla de la ciudad a título póstumo a Porfirio Smerdou.

Próximamente, el Palacete de los Condes de Benahavís, más conocido como “La Mundial”, correrá la misma suerte. Pese a que el Juzgado de Instrucción continúa investigando la denuncia presentada por defensores del patrimonio, ha levantado la suspensión de la demolición y se han reanudado los trabajos previos a su derribo.

Como señalaban los denunciantes, si la administración cultural andaluza hubiera sido más diligente en los trámites para la protección del Palacete de los Condes de Benahavís, y el Ayuntamiento hubiera tramitado su inclusión en el catálogo de edificios protegidos del PEPRI Centro, no se hubiera podido otorgar la licencia de obras y de demolición.

Pese al acuerdo del último pleno municipal para evitar su derribo y exigir su inclusión en el catálogo de edificios protegidos del PEPRI centro, la demolición de “La Mundial” está prevista para el próximo domingo 31 de marzo.

Si finalmente se consuma la demolición, supondrá el triste colofón a la destrucción de nuestro patrimonio histórico durante 24 años de gobierno del PP en la ciudad.

“La Mundial” se ha convertido en un símbolo de la defensa de nuestro patrimonio para muchas personas votantes de todos los partidos. Por ello, los responsables de su demolición lo pagarán en las urnas.

“Demolition Man” De la Torre se va a despedir de la alcaldía destruyendo nuestro patrimonio hasta el último momento.

(* Publicado en mi columna "Contra viento y marea", de la revista "El Observador", el 28 de marzo de 2019)



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